Me encanta observar como suceden los
acontecimientos en la naturaleza para aprender su funcionamiento. Si observamos
el sol, podríamos definir y elaborar una ficha técnica desde la razón, que
quizás no se corresponda con su esencia y corazón. Pero si nos adentramos en el
ser original y le preguntamos qué es lo que mejor sabe hacer, su respuesta es
dar luz e iluminar. Y aquello que le encanta y apasiona es dar calidez a través
de su lucidez. Todos a simple vista podemos percatarnos, fácilmente de su gran
potencial pero lo importante es que cada uno tome conciencia y lo sienta en su
interior, de nada serviría que todos percibamos lo maravilloso que es, sin que esa
nuestra estrella disfrute de lo que nace de él. Una vez que el sol descubre
quien realmente es y preguntamos ¿qué sientes que debe hacer? Su decisión es la
de amanecer cada día para ti, para mí, para ellos, para ellas… para todo
nuestro mundo, derramando su luz y su calor, sin distinciones, ni diferencias. Su
decisión no depende de quien se ponga frente a él, para seguir mostrando su
gran poder. Jamás vendrá a la tierra a facturar su luz, ni a rendir cuentas por
los años de resplandor. Él ilumina al planeta que esté junto a él, cuando llora
da luz y calor, cuando ríe regala luz y calor, al bailar, al abrazar y al decir
no, derrama su luz y su calor. Pero una vez que ha descubierto y decidido
firmemente quien es…
La conciencia tiene unas consecuencias, ahora que tu luz
ha alumbrado tu vida y has despertado a la conciencia, nos situamos frente a
otros que quizás no ven, que tú, ves…
Y al exponerse y abrirse ante él, ¿sabes qué
va a suceder? Quizás van a quemarse, pero con la diferencia, que jamás el sol será
culpado. No se dará castigo por haber afianzado la autenticidad en su ser.
Alejandro VEGA
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